Acto seguido, Marín fue a buscarlo y se trenzaron en golpes de puños (acompañado por corridas en el angosto pasillo del sector de prensa), debiendo interceder cinco efectivos policiales para evitar un mal mayor y ambos abandonaron el estadio sin suceder ningún inconveniente más. Todo esto con el cotejo en juego e interfiriendo el trabajo de las dos transmisiones partidarias.
Una vergüenza más. A eso hay que sumarle, el pésimo trato de este dirigente hacia el periodismo (buen número de colegas se dieron cita en Platense), impidiéndole en la previa del match, la estadía en la antesala de los vestuarios (¿Que tendrá que esconder Pipo?). Ni hablar de los fotógrafos, autorizados con la credencial respectiva del Club Acassuso y ni siquiera así, daba el brazo a torcer. Gracias a la voluntad de Mauro Vigliano, el hincha de Comunicaciones puede acceder al excelente material fotográfico de Fernando Father.
No hay que dejar pasar por alto estos pequeños detalles. Si por ser quien es, él cree que se puede llevar todo por delante, Marín tiene que entender que en el lugar donde está, es uno más. Exceptuando lo deportivo, en donde uno quiere que su equipo gane, en todo lo demás el fútbol de ascenso es una gran familia y, lamentablemente, hay gente que no lo quiere entender.